sábado, 2 de noviembre de 2013

Cambiar el periodismo, el soporte o... #alamierdaelperiodismo

Los medios de comunicación pasan por una situación más que complicada. Lo sabe casi todo el mundo, en especial los trabajadores, que son los que primero y con más virulencia la padecen. En este período de zozobra económica pero de gran intensidad informativa, han sido muchos los cambios introducidos aunque el inicio de esa 'metamorfosis' no ha variado: reducción de plantillas y desaparición de medios. Esto ha tenido un impacto directo en los contenidos.

El diario El Mundo experimenta desde hace tiempo con las nuevas tecnologías. Lo último se ha plasmado esta misma semana con la edición digital vespertina. ¿Es una apuesta real o, de nuevo, estamos ante el paso previo a la desaparición del papel? Seguramente haya un poco de las dos cosas. El papel dejará de ser el principal soporte para convertirse, tal vez como ha vaticinado Jeff Bezos -y antes otros-, en un artículo de lujo. Sin embargo, cualquier artículo de lujo debe conllevar un plus, de ahí que, una vez más, la cuadratura conduzca a la calidad del contenido periodístico.

El periódico de Unidad Editorial vuelve a marcar la pauta. El problema, desde mi punto de vista, es que lo hace desde la perspectiva de unos números rojos demasiado intensos y alargados en el tiempo. El resto de medios simplemente esperan. No obstante, parece que en el diario de Pedro J. (y en casi todos) se olvidan de lo más importante: qué busca el consumidor, el lector. Es curioso como en ocasiones determinar qué persigue el periodista y qué anhela el editor/director/presidente de un medio o grupo, choca frontalmente con lo que espera la audiencia.

¿Cómo lograr mayor calidad con menos medios humanos, técnicos y económicos? ¿Está preparada la sociedad española para pagar por contenidos en internet, más allá de la calidad de estos? Las respuestas son difíciles, sobre todo a corto y medio plazo, a pesar de que algunos medios sí se han lanzado al ruedo del pago y con suerte dispar. Esto demuestra que, tras la gran debacle del sector (que todavía no ha acabado) y la proliferación de medios surgida de ese mismo fenómeno, en la red hay vida, aunque todavía poco definida.

El periodismo cuesta dinero y el buen periodismo, más. En este país, en el que ahora nos llevamos las manos a la cabeza porque una reforma laboral resta derechos a los trabajadores de manera dramática, el sector de los medios de comunicación ha vivido siempre por debajo de sus posibilidades. Los mil euros que en la actualidad soñamos percibir por nuestro trabajo, en el mundo de la información en general ya eran una quimera en los tiempos de vacas engordadas por el ladrillo. Siempre ha habido excepciones pero han sido eso, excepciones (con nombres y apellidos).

Ahora, con miles de periodistas en la calle tratando de montar su 'negocio' en forma de web, a los que quedan en las plantillas de los grandes medios se les exige la diversificación. Este término (personalizado en la figura del becario) repetido hasta la saciedad desde el Gobierno y la Unión Europea pero bajo la denominación de (mejorar la) productividad, es la coartada perfecta para editores y/o propietarios. Además de profesionales del contar, también han de serlo de la fotografía, sin olvidar el rol de operador de cámara que todos llevamos dentro. El aderezo llega con otra expresión: el periodismo ciudadano. Parece que se acaba de inventar pero, en realidad, sin caer en el rumor o el cuchicheo, ha sido la base de la información en el ámbito local. Ahora, algunos editores que han decidido salvar 'sus muebles' poniendo en la calle sin previo aviso a los trabajadores (y en muchos casos con deudas importantes), pasan el protagonismo a los ciudadanos, es decir, a aquellos que 'pagan' por los contenidos y no como lectores sino como reporteros. Es el caso de El Diario de Alcalá, cuyos propietarios optan por el despido de sus fotógrafos para que sean los vecinos quienes envíen sus instantáneas. Algo así como aquellas hojas/ecos de sociedad que ahora se transforman en primeras páginas de periódicos de pago. Patética transformación.

El director de El Mundo trata de dar una vuelta de tuerca al soporte. Al intento hay que otorgarle su mérito. El problema es que, más allá de exclusivas (y favores políticos a pagar o cobrar a medio plazo), la calidad se resentirá porque, como dijo en su momento el ahora encarcelado expresidente de la patronal, es dar más por menos. Si el periodista, salvo las estrellas que también las hay en el firmamento mediático, no desarrolla su labor de forma adecuada, en lo que a recursos, condiciones, etc, se refiere, no solo el papel pasará a la historia.

Pedro J. y su edición digital vespertina (es cuestión de otorgarle un nombre porque lo siguiente qué será ¿edición nocturna o de madrugada?) puede ser vista como una reinvención del sector, que dirán sus admiradores, o una chorrada, como afirmarán sus detractores. Por lo menos, bien para su propio ego, bien para buscar la supervivencia de su periódico, trata de hacer algo. Otra cosa es que la calidad quede en un segundo, tercer o cuarto plano.

Cuántas veces nos hemos quejado de lo que percibe alguien como Belén Esteban por cada programa de televisión en el que participa. ¿Alguien se ha parado a pensar lo que genera y cuántos puestos de trabajo de periodistas, cámaras, realizadores, auxiliares... se mantienen gracias a las audiencias que logra con eso que se tacha de telebasura? ¿Alguien se ha preguntado cuánto ganan algunos de los gurús del periodismo de este país y cuánto generan? A la vista de los acontecimientos parece que debemos reflexionar y mucho sobre esta profesión porque si no, en el futuro, recuperaremos otro término: la basurainformación. ¿Que ya la hay? Pues eso

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