lunes, 3 de septiembre de 2012

Tanta información y cada vez menos periodistas (y medios)

Después del "privilegio" de disfrutar de un mes de asueto mental por mi situación, retomo este cuaderno y lo hago, la verdad, de la misma manera que lo dejé hace un mes. Continúo mirando de reojo la situación de un país cuyo futuro más inmediato sigue dependiendo de otros, de extranjeros, pero no de los que se han quedado estos días sin tarjeta sanitaria, ni mucho menos. Estos sí la tienen, la sanitaria y otras de oro y platino. Mientras se resuelve la incógnita del rescate y, sobre todo, de cuándo se producirá, estas semanas han servido para regresar a la normalidad de un Estado con cinco millones de parados. 

En las emisoras de radio, las cadenas de televisión y en los maltrechos periódicos se estrena un nuevo curso, apasionante por lo que la política y, fundamentalmente, la sociedad deparará los próximos meses. Arrancan programas estrella con pocos cambios, algunos llamativos (los esperimentos con gaseosa, que dice mi padre), en lo que a los nombres de hombres y mujeres que los conducen se refiere. El objetivo es tomar el pulso a la actualidad (frase manida en el mundo periodístico), porque ésta parece que viene con muchos contenidos. 

Pero hay cosas que no cambian y al igual que los lloriqueos de Cristiano Ronaldo o los gestos de Mourinho, a los que se unen los de Vilanova, el mundo del periodismo y de los medios de comunicación prosigue su sangría. 

Ante quizás el período más rico desde el punto de vista informativo y de análisis, uno de los sectores más cantigados es, precisamente, este. Menos medios, muchos menos profesionales y los que quedan peor pagados (salvo, claro está, las súper estrellas del 'star sistem' mediático). Todo esto para regocijo de esta clase política tan preparada. 

Por delante, meses frenéticos de actualidad. Comicios en Galicia y Euskadi, más adelantos electores en otras comunidades (los habrá, y no solo en Cataluña), nuevos asaltos a supermercados (esto es España), rescate (que también llegará), otros recortes (ya sabemos cuáles), más historias humanas, desastres naturales y provocados y... más lloriqueos de futbolistas y entrenadores que viven por encima de nuestras posibilidades. 

¡Menos mal que nos queda internet!

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