miércoles, 20 de noviembre de 2013

La etapa de los ¡4 años!

Al ver el título de esta entrada muchos (y muchas) pensarán aquello de: "venga, hombre, ya está exagerando este". Probablemente, bueno no, con seguridad tienen razón, toda la razón, pero el cambio que Paula ha experimentado desde que hace un mes cumplió los cuatro años es, con sinceridad, espectacular. No es cuestión de alarmar porque para eso una serie de psicólogos/escritores/expertos/especialistas en la evolución de los niños han plasmado sus vivencias o experiencias en libros que en las librerías o bibliotecas disponen ya de una sección propia: Cómo educar a tus hijos siguiendo las pautas que marcan los expertos en materias como la pedagogía, la psicología, la conducta... y no morir en el intento. Además también existe la red de redes. Basta con buscar en Google algo así como "Qué hacer con mi hija que acaba de cumplir cuatro años y está insoportable aunque sigue siendo la mejor". 692.000 resultados te servirán de ayuda.

La última opción para aquellos a los que lo de la lectura no les apasiona o el ciberespacio está demasiado lejos es la televisiva. A través de la cual otro tipo de especialistas establecen las pautas a seguir desde edades bien tempranas, Supernanny, hasta la adolescencia y más allá, Hermano Mayor.

Es curioso como los padres observamos estos programas. Porque sí, hay que reconocerlo, lo hacemos aunque nos cueste admitirlo, o por lo menos alguno de sus capítulos (con dos es suficiente para la conciencia y el subconsciente paterno). Que sí. Si no cómo es posible que en una tertulia con amigos y después de "...como el otro día que estaba haciendo zapping y llegué a eso... cómo se llama... sí el programa ese del tipo que fue jugador de waterpolo... Bueno, es igual. ¡Menudo el chaval que salía!" "Sí, sí, yo también cambiando de canal y ¡de casualidad! lo vi" "Y yo, y si os digo la verdad, estos que ahora poco menos que van todavía en sillita... me paré a pensar en el futuro y no me gustó demasiado". Pues eso, que al final, como bien saben todos los que trabajan en programas de televisión, si está en parrilla es porque la gente lo ve, aunque le cueste admitirlo y lo haga a regañadientes. Incluso me atrevería a decir que Hermano Mayor es más de padres, y Supernanny de madres. Tal vez esto tenga que ver con lo que cuento hoy.

Paula pasa por un momento (reconociendo aún que es la mejor hija del mundo ¡faltaría más!) un poco complicado. Las pataletas se han convertido en una constante. Las salidas de tono, las contestaciones, el "no os quiero" (que esto la primera vez te provoca una sonrisa, pero las siguientes... te toca la fibra sensible), el egoísmo. Es decir, que pasamos por un momento apasionante en la evolución educativa de nuestra hija, como diría uno de los expertos mencionados. Un calvario, tal y como lo calificaría un padre. Menos mal que, como nos han dicho amigos con más episodios vividos de este tipo, estamos inmersos en una fase nueva del crecimiento. Qué bonito y, sobre todo, qué sencillo. Hay etapas y fases para todo. En el deporte, en la economía, en la gastronomía, en la política (bueno, aquí por haber, hay de todo, hasta lo inimaginable), en las mudanzas, en la conducción... Yo crearía el Ministerio de las Etapas para evitar confusiones. Pues según parece Paula está en... ¡La Etapa de los Cuatro Años!

Y qué es esto. Iba a explicarlo pero los que tienen hijos ya la conocen, mientras que los que todavía no disponen de ellos porque no han dado el paso, no seré yo quien les robe esos momentos tan bonitos de las discusiones con un vástago de ¡4 años! Lo mejor es vivirlo, sentirlo, padecerlo, sufrirlo... No quiero ni pensar en quienes tienen gemelos ¡Dos fases cuatrienales a la vez!

Lo dicho, yo en este asunto (como en otros de la vida) no voy a actuar a la manera freudiana, es decir, no busco el origen del problema sino la solución. Y de dónde proceden los arreglos para casi todo en la vida... No, de la tele no. ¡De los libros!

Aquí intervienen como protagonistas las madres. Nosotros, los papás, somos pragmáticos por sistema. Es de esos clichés o virtudes (algunas lo prefieren catalogar como defectos) que la naturaleza ha otorgado al género masculino. Para ser claros, nosotros somos los que tenemos nuestro sitio reservado en el sofá de casa, los que controlamos el mando a distancia y, por lógica conclusión, quienes haciendo zapping llegamos a Hermano Mayor. Pasamos de la Súper porque, como la naturaleza nos ha ofrecido otros dones, tendemos más a lo que sucede en el programa del ex deportista. Hay más acción. Resumiendo, somos un poco más... animalitos.

De ahí que para intentar saber qué le sucede a tu hijo/a de cuatro años nada mejor que acudir a la literatura especializada. El libro en cuestión tiene un título de lo más sugerente: "Comprendiendo a tu hijo de 4 años". No voy a analizar lo que en él su autora describe, a pesar de que seguramente acierte en la gran mayoría de sus apreciaciones, pero no hago el 'informe' porque no lo he leído. Aquí cumplo con la teoría y la práctica del mal periodista, es decir, hablar sobre algo sobre lo que solo has visto un titular, o lo que es lo mismo, lo que sucede con los colegas tertulianos radio-televisivos.

Simplemente me pregunto si nuestros progenitores tuvieron siquiera la oportunidad de acudir a este tipo de lecturas. Yo en particular no me los imagino. Sin embargo, parece que para nosotros, padres modernos del siglo XXI, toda ayuda es poca. Algún padre o madre que haya recurrido y extraído conclusiones gracias a este ensayo enseguida me dirá aquello de "estos son otros tiempos, en los que las necesidades son distintas, donde los peligros acechan con más intensidad" y la frase que más me gusta "es que los niños y jóvenes de ahora disponen de más información, sobre todo por internet". ¿Un niño de cuatro años en internet? Sin duda todos tienen razón pero ¿y el sentido común? Supongo que los autores del libro en cuestión también acuden a ella. En realidad sé que lo hacen porque... me lo han contado (no ellos, sino alguien que lo ha leído).

En definitiva, la labor de educar nos corresponde a los padres porque los pequeños no vienen al mundo con un manual de instrucciones (nosotros tampoco lo traíamos); si fuera así sería muy aburrida esta aventura. La conclusión es que la pequeña Paula ha entrado en otra fase de la vida, los 4 años que, por lo visto, es fundamental para su desarrollo (esto lo dicen los expertos). Tiemblo al pensar en los cinco, seis, siete, 14, 17... Menos mal que ya he empezado a reservar los ejemplares de "Comprendiendo a tu hijo de... años". Hay para varias edades y de diferentes autores. Esta vez me comprometo a leerlos por adelantado.

¡Ah! Por cierto, la bicicleta de Paula sigue parada, de ahí que no tenga nada que contar. Ahora la excusa que ponemos su madre y yo es que hace mucho frío, aunque sigo convencido de que no le gusta. Espero que en verano no haga mucho calor pero en estas tierras del interior... no sé, no sé.

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