lunes, 30 de septiembre de 2013

La herencia laboral. De Don Manuel a nuestros días



Ahora es mucho más fácil. Esto lo repiten una y otra vez nuestros progenitores, abuelos y, en general, todos aquellos cuyo carné de identidad tiene cifras que les hacen postularse como verdaderos expertos en lo de buscarse la vida. Ellos salieron al extranjero a perseguir un futuro, de mejor nada, solamente una luz en el horizonte negro de la España franquista. Esa es la herencia marcada en las cabezas y corazones de millones de personas que se vieron obligadas a dejar a sus familias. Deberíamos tenerla muy en cuenta y no olvidar este tipo de herencia mental; incluso Wert podría incorporarla a los planes de estudios para que nadie confunda al dictador con un futbolista.

Es verdad que los tiempos han cambiado. Sin duda, en la actualidad es mucho más sencillo encontrar un trabajo. Basta encomendarse a la Virgen del Rocío o lanzarse a la calle con ese espíritu aventurero español para dar rienda suelta a la movilidad exterior que todos llevamos dentro. ¡Es que nos quejamos de vicio y por encima de nuestras posibilidades! 

Pero hay más herencias, por ejemplo, la que tanto utilizan esos grandes prohombres de la política patria actual: la ‘recibida’. Esa a la que aludió Rajoy nada más llegar a La Moncloa asegurando que no se volvería a referir a ella en el futuro. Evidentemente, las intenciones marianistas se las llevó el viento a la velocidad de la luz. Con el paso del tiempo ¡parece que han transcurrido 10 años y no llega ni a dos! esto de lo heredado del anterior Ejecutivo, con ZP y sus brotes verdes y champions league económica a la cabeza, lo retoman con cierta constancia y permanencia todos los correligionarios del presidente. En directo o en diferido, en tv de plasma o en cinemascope, de Báñez a Cospedal, pasando por Floriano, Alonso (el de la F-1 no) o SS de Santamaría, realizan y repiten sus particulares análisis de lo que dejó el PSOE en la caja o, sería más correcto decir, lo que no dejó. ¡Ah, que me olvidaba! En la alineación titular de Génova hay que incluir al equipo de fin de semana, encabezado por el incorruptible González Pons.

La herencia a la que me refiero hoy es la laboral de nuestro días, una muy gallega que el propio Don Manuel (Fraga) impulsó durante su estancia en Madrid formando parte del Régimen, después como padre de la Constitución y luego como político todoterreno en la oposición. Sin embargo, decidió reservar para su tierra gallega la esencia de esa herencia laboral, algo que algunos (en especial los rojos) denominan enchufismo, nepotismo o caciquismo del bueno.

Fraga dignificó en su momento, con toda la razón del mundo, a las familias que disponen de apellidos prominentes. Señaló Don Manuel que era lógico que ocupasen los mejores empleos en la empresa privada y en la administración pública porque sus progenitores tenían estudios y eso… eso no lo paga ni la MasterCard (o sí, a tenor de lo que sucede con la universidad pública). Yo le estoy muy agradecido porque me lo dejó meridianamente claro. Como García o me buscaba la vida fuera de Galicia o… 

Y aquí estoy, ahora, 16 años después de haberme ido, dedicando un artículo a Fraga. Todo esto viene a que esa costumbre de colocar a los familiares (hay quien dice que en varios departamentos de la Xunta se repiten tanto los nombres y apellidos que los ordenadores se vuelven locos) revive o, como Elvis,  nunca se ha muerto.

Parece que últimamente Galicia solo se une a dictadores, políticos cuyas cualidades se ponen en duda, narcotraficantes que se hacen fotos, caciques buenos (a estos los pongo aparte porque se lo merecen), presidentes de clubes de fútbol que fueron políticos y ahora…, Julio Iglesias (que de gallego tiene lo que yo de apellido prominente). ¡Ya está bien! Esta tierra es mucho más, por ejemplo, esa herencia laboral. Lo positivo, tarde o temprano, alcanza los lugares donde se juega el poder

Galicia, además de por el presidente, vuelve a gozar de protagonismo en el seno del Gobierno de España gracias a esa herencia típicamente fraguista o fraguiana. Arias Cañete y De Guindos, con su hija y sobrina respectivamente, han pasado a formar parte de ese tipo de práctica laboral autofinanciada. Lo han hecho cumpliendo con creces, como indicó Don Manuel, el criterio ineludible de los apellidos relucientes/prominentes. 

Por cierto, una aclaración por si alguien se ha dejado llevar. Bárcenas no es gallego… ya le gustaría.

**Artículo publicado en www.pontevedraviva.com**

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