domingo, 22 de abril de 2012

Menos español que la semana pasada

Una vez más los políticos justifican sus medidas con cifras que estoy seguro que no entienden o comprenderán nunca. Voy a dejar de lado los recortes, sobre ellos han escrito, hablado, dibujado y demás, las grandes firmas periodísticas de este país. Trataré los sablazos en general cuando toque. Hoy me quedo con el particular de romper la universalidad de la sanidad pública y vetarla a los inmigrantes 'sin papeles'. ¡Cómo les gusta a los políticos eso de vetar!.

Este país, llamado España, palabra que algunos utilizan hasta la extenuación porque así lo marcan los asesores encargados de su imagen y comunicación, ha podido salir adelante gracias a que millones de españolitos salieron hacia la gran Europa y América durante décadas. El movimiento de divisas permitió el no colapso de una nación que siempre se ha caracterizado por la solidaridad entre los de aquí y con los de ¿fuera?. Los gallegos sabemos bien de esto porque desde principios del siglo pasado la diáspora galaica llevó a millones de personas al otro lado del Atlántico, y ya en los 60 y 70, a la vieja Europa continental. Mis padres fueron de esos que tuvieron que ir al continente a buscarse la vida, en concreto a Holanda. He de confesarlo: eran inmigrantes sin papeles.

El problema de los que hoy gobiernan es que lo que conocen de la inmigración es a través de datos y cifras, y su apego a ella es únicamente con las mujeres y hombres que tienen en su servicio doméstico, seguramente muchos, la gran mayoría, sin contrato. A algunos de estos 'grandes políticos' les ha venido bien agitar a lo largo de los últimos años la xenofobia, el rechazo a lo de fuera, siempre y cuando su poder adquisitivo solamente les permitió llegar a la gran España en clase cayuco. ¿Cuántas veces hemos oído en el último lustro aquello de que las cárceles están llenas de extranjeros o lo del turismo sanitario?. 

Pero ahora, por el esfuerzo que todos tenemos que hacer para sacar al país adelante, se justifican medidas como la negación de la sanidad pública a quienes no hayan nacido aquí y no tengan papeles. Recuerdo que hace unos años, cuando la burbuja inmobiliaria seguida agrandándose, un director de una sucursal bancaria me comentaba que, si en algún momento, los inmigrantes decidían regresar a sus países de origen, España se colapsaría porque han sido ellos, con sus aportaciones a la Seguridad Social, etc, los que han ayudado a la sostenibilidad del sistema. Pues el principio del fin ya está aquí. 


No podemos quedarnos en las cifras, tan habituales en los tiempos que corren, con primas de riesgo, deuda soberana, mercado bursátil... Esto es como cuando Alonso empezó a despuntar en la F-1 y en seis meses la mitad del país podría trabajar perfectamente como ingeniero o mecánico en una escudería. Que las decisiones del Gobierno respecto a la inmigración se veían venir, es algo que casi nadie pone en duda, fundamentalmente porque en algunas comunidades se ha atacado a este colectivo de forma vil y traicionera. Sin embargo, el negar la atención sanitaria es una cuestión que choca con la sensibilidad que España y sus ciudadanos han mostrado y demostrado a lo largo de la historia reciente. Pero el problema lo van a tener las personas adineradas, sí, esas que a las abuelas o madres convalecientes les ponen una chica sudamericana para que cuiden y paseen a sus ¿seres queridos? y no se sientan solos. En cualquier ciudad es una imagen muy repetida. Es solo un ejemplo pero que pone de manifiesto la hipocresía de este país. 

El despegue español se ha logrado gracias a nuestro carácter. En él está la picaresca, el gusto por la fiesta, el ser abiertos... y la solidaridad y humanidad de la que siempre hemos hecho gala. Pues ya no. Ahora queremos ser falsos europeos que niegan la mano a quien no tiene, al estilo Merkel, tratando de ahogar las esperanzas de quienes dejan a sus seres queridos a miles de kilómetros porque 'quieren destrozar nuestro sistema público de salud', porque 'nos vienen a arrebatar el trabajo'. No voy a caer en 'sus' datos. Me niego a la manipulación que culpa a los inmigrantes de todo. Si el sistema de salud se encuentra así, tal vez tenga algo que ver la privatización que Esperanza Aguirre ha realizado de facto en Madrid con la sanidad y que supone que los hospitales estén en manos de empresas, por ejemplo el del Henares, constructoras. ¿Por qué los 18 millones de euros que el año pasado pagó la Comunidad de Madrid por ese centro en concepto de canon anual, no se destinan directamente a la sanidad pública? ¿Por qué se trata de expandir ese sistema a otras regiones como Galicia?. 

No es justo que lo paguen los más débiles. Mi opinión es muy clara en este sentido. Mis padres fueron emigrantes y sólo tengo que ponerme en su piel para comprender por lo que pasan quienes han venido a España a buscarse, ni siquiera un futuro mejor, sino simplemente un futuro. Ahora les negamos la sanidad pública, ¿qué será lo siguiente?. Hoy, con todo esto, me siento menos español porque a mi país le han arrebatado virtudes importantes: humanidad y solidaridad. Y todavía no han acabado los recortes en materia sanitaria; el próximo capítulo lo conoceremos cualquier viernes después del Consejo de Ministros.

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